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Cabaré en el cielo: así era el show de Tropicana en los vuelos de Cubana de Aviación (+ Fotos)

26 enero, 2022
cubana de aviación tropicana

Traer turistas a Cuba es lo mismo que juntar el queso con la guayaba: no hay forma de que salga mal. Lo mismo pensó José López Vilaboy, el director de Cubana de Aviación en 1956.

Resulta que ese año, Vilaboy llegó a una conclusión evidente si lo que buscas es hacer más dinero:

“Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a montaña”.

Y Mahoma resultó ser un grupo de bailarines del cabaré Tropicana, el más importante de Cuba entonces.

La montaña, más monumental y ordinaria: un montón de turistas que viajaban en la aerolínea estrella de la Isla.

Sí lo sabía Vilaboy: En 1956, juntar Tropicana con Cubana de Aviación era lo mismo que unir el queso con la guayaba. Quedaba bien, sí o sí.

Ese año, Tropicana hizo su primer vuelo promocional Miami-La Habana con artistas a bordo. Se llamó “Cabaré en el Cielo”.

Claro que hubo que hacer algunos cambios.

Al piano se le cortó un cuarto y de 88 teclas quedó en 66. Además, se atornilló al suelo del avión para evitar accidentes en caso de mal tiempo.

El espacio frente a la cabina se convirtió en escenario. Uno desmontable, para que no estorbara si hubiese que tomar una salida de emergencia.

El boleto para el Cabaré en el Cielo costaba $ 68.80 USD e incluía espectáculo durante el vuelo, una noche con bebidas y comida en Tropicana, hospedaje en un hotel de La Habana, desayuno y viaje de regreso.

Por un día, el Cabaré en el Cielo te subía y te mantenía ahí.

En una entrevista con Vanity Fair, Ana Gloria Varona, una de las bailarinas del show contó:

“Los pasajeros comenzaban la noche con daiquiris rosados y luego, tan pronto como el avión despegaba, Rolando (su compañero de baile) y yo salíamos y empezábamos el show.

“Yo me paseaba por los pasillos y levantaba a los pasajeros de sus asientos para que bailaran conmigo. Los americanos me trataban muy bien. Yo les daba tarjetas con las letras de viejos boleros y ellos los cantaban conmigo.”

“Cuando el avión aterrizaba, saltábamos al ómnibus de Tropicana y nos íbamos directamente al club. No creo que los pasajeros tuvieran que molestarse con pasar por inmigración porque Tropicana y Cubana de Aviación tenían un arreglo especial.

“Después del espectáculo, los llevaban al Hotel Nacional y al día siguiente volábamos de regreso”.

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