Ya lo dijo quien lo dijo, el cubano si no llega se pasa. Resulta que en medio de la compleja crisis económica y financiera por la que transita Cuba, el Ministro de Economía acaba de anunciar, sin pelos en la lengua, que para el 2020 los planes económicos de cada empresa tendrán una nueva concepción: se elaborarán sin directivas específicas ni límites.
Entonces, se supone que con esta “novedosa” manera, ¿las empresas serán más eficientes? ¿Qué significará hacerlo sin límites? ¿De dónde salían y en qué se basaban esas directivas específicas?
Estas son apenas las primeras interrogantes que vienen a la mente de cualquier ser humano al leer las declaraciones hechas por el titular de la Economía en la Isla y publicadas este miércoles en los medios oficiales.
Y sí, las palabras pueden lucir muy bonitas dichas así, o ser tan preocupantes como las circunstancias y las realidades que se viven en la Isla, donde ha quedado demostrado que la improvisación no trae los mejores resultados.
Estamos hablando de la economía de un país en una complicada situación financiera, arreciada por circunstancias exteriores, y mecanismos internos disfuncionales, donde los experimentos no han sido muy buena idea.
Llamar así abiertamente a una construcción colectiva, en la que se identifiquen las potencialidades de las entidades del país, nos pone entre signos de interrogación la pregunta: ¿antes cómo era que se tenían en cuenta y se discutían esas fortalezas de cada región, o de cada empresa?
Cosas de Cuba
El ministro dijo que hasta el momento se confeccionaba un modelo global de la economía, del cual salían las directivas específicas por sectores. Es decir, las solicitudes de bienes y servicios así como el nivel de importación y de exportación predefinidos que tendría la economía.
Dijo que esta nueva manera, reclamada durante años por los trabajadores, también requiere de un cambio de mentalidad, porque habrá quien esté habituado a que los números le lleguen desde arriba.
Entre las prioridades mencionó las actividades vinculadas con la producción de alimentos, programas de la vivienda, transporte, informatización y medicamentos. Igualmente tendrá preponderancia el financiamiento a la industria nacional.
Sin embargo, lo que no aclara el titular es ¿por qué decidir este cambio de funcionamiento ahora? ¿Acaso se acaban las opciones para la economía del país y hay que acudir a la imaginación colectiva? Y, ¿quién decidirá luego y sobre qué preceptos hasta dónde se podrá llegar en esas libertades?
Ese sería el pollo y el arroz con pollo verdadero. Definir hasta dónde se permitirá romper los límites. Como diría un viejo animado cubano: “Eso habría que verlo Compay”…
