Celia Cruz sigue siendo una estrella mundial. Su arte marcó, sin lugar a dudas la historia de la música. Cuando La Reina de la Salsa falleció, el 16 de julio del 2003, en New Jersey, se desató un culebrón por su herencia.
Según el portal Celebrity Net Worth, la fortuna de La Guarachera de Cuba ascendía a un millón de dólares. A esa suma de dinero hay que agregar las pertenencias de Celia, entre las que sobresalían inmuebles, carros, una póliza de seguros y, por supuesto, sus espectaculares trajes y pelucas.
La estrella no tenía hijos, por lo cual la distribución de su herencia se convirtió en un rompecabezas. La disputa por la herencia estuvo protagonizada por su viudo, Pedro Knight; la hermana de Celia, Gladys Bécquer, y por Luis Falcón, un joven casi adoptado por Celia y que quedó como albacea.
Posteriormente, la hermana de Celia demandó a Pedro porque este le había estafado 400 mil dólares que eran suyo. Fue Pedro quien obtuvo la herencia, pues la pertenecía legalmente como viudo.
La batalla por la herencia de Celia Cruz cerró finalmente en el 2007. En ese momento una corte de New Jersey dictaminó que el empresario y promotor musical Omer Pardillo es el único albacea de la cubana. Además, Luis Falcón fue declarado culpable de fraude contra la hermana de Celia y contra Ernestina Moracen-Knight, hija de Pedro. Por ello se vio obligado a pagar 2.5 millones de dólares a los familiares de Celia.
En resumen, la herencia de la cantante de “Quimbara” y “La vida es un carnaval” quedó entre sus familiares. Hay que destacar que la mitad de su legado está en el Smithsonian National Museum, en Washington D.C.
