Desde hace pocos días una interrogante merodea a todos los que transitan por la céntrica esquina del vedado de 23 y L, al ver la “ofensiva retirada” del gigantesco mural de la artista cubana Amelia Peláez que durante años ha identificado al hotel Habana Libre.
Desde temprano se pueden observar a los obreros laborando en el retiro de la histórica obra de arte, que se nombra “Las Frutas Cubanas”. Fue constituida por 6 millones 700 mil teselas (pequeñísimas piezas cúbicas de pasta de vidrio coloreado) desplegadas en una superficie de 69 metros de largo por 10 de alto.
El mural destaca por una visualidad que alude a elementos relacionados con el concepto de la identidad que fue desarrollando la artista a lo largo de su carrera. Entre ellos la luminosidad insular, la recreación simbólica de los frutos y la vegetación tropicales y la asimilación formal de los ornamentos domésticos de uso común en la ciudad cubana.
Sin dudas, duele ver que una obra de tanta creación y esfuerzo se decida quitar, por razones que aún no están claras. Algunos empleados del lugar dicen que el motivo es restaurar la pared del hotel Habana Libre y colocar otra obra.
Supuestamente hace poco tiempo se pusieron en marcha trabajos de remozamiento pero la verdad parece más un retoque. No pocas personas que visitan el lugar a diario pueden ver techos abofados y en la galería de tiendas hasta mal olor se ha apreciado.
Cosas de mi Cuba
Lo sucedido en el murl del Habana Libre es solo uno de los tantos ejemplos que a diario se viven en el país. Cambios de locales, parques desforestados, cierres de instalaciones, todo sucede de la noche al día y una vez que sucedió es que alguien decide informar, la mayoría de las veces malamente.
Nadie está seguro de nada, como tantas cosas que suceden en Cuba. Amanecemos un día con una nueva imagen, mientras otra simbólica se echa abajo. Nadie explica ni dice nada. La gente sigue respirando de la especulación, hasta que un día se asfixie.
