No puede ser tanta casualidad. Las cifras y la realidad lo indican: la accidentabilidad en Cuba está creciendo. Y no es precisamente porque se haya disparado la cantidad de vehículos circulando en la vía (nada más lejos de la verdad).
Se ha hecho más que habitual escuchar y leer sobre la ocurrencia de accidentes con víctimas fatales. La mayoría de las veces se trata de carros o vehículos multipasajeros y automóviles, que no son del tipo más moderno.
Este miércoles en la tarde se produjo otro siniestro entre un auto Moskovich y una furgoneta que dejó un saldo de tres personas fallecidas y cinco lesionados.
Ocurrió a la altura del municipio villaclareño de Placetas, justo donde apenas el pasado 13 de mayo otro accidente había provocado dos muertos.
Puso la tapa al pomo. El trágico suceso en el malecón habanero, donde la lista de irregularidades y violaciones “bien guardadas” por el conductor, encendieron la furia de mucha gente, con cuestionamientos que van más allá de la rabia hacia el propio chofer.
¿Catarsis colectiva?
Lo más curioso fue que los medios oficiales también asumieran una posición crítica, cuestionándose los mismos puntos que todos debaten en la calle. Por ejemplo, la falta de control por los inspectores estatales de los vehículos, la poca severidad de las medidas penales y la impunidad con que tantos choferes andan por la vía, haciendo y deshaciendo a sus anchas.
Por si fuera poco, resultó doblemente irónico que periodistas oficialistas como Talía González se plantaran en el noticiero a hacer una crítica abierta a estos problemas y no cuestionaran directamente a las autoridades implicadas, para dejar todo a la mera catarsis colectiva.
Nadie ha parado frente a cámaras a ninguna de las entidades responsables del control a vehículos y choferes para cuestionarles ¿cómo ha sido posible que durante tantos años el chofer haya campeado por su respeto?
La caja de Pandora se abre, la gente comenta y haces sus denuncias desde los espacios que le son posibles. Aún las respuestas no llegan. Pero si de algo no cabe duda es que los grandes culpables en esta historia no son solo quienes van detrás del volante.
